Generador de poemas para provocar la risa y el humor a traves de la satira y la ironia
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¡Oh, qué risa!
En un mundo de risas y carcajadas,
provocadas por la ingeniosa sátira,
de palabras cargadas de ironía,
os contaré una historia bien disparatada.
Había una vez un político disfrazado,
con palabras bonitas se mostraba adornado,
prometía cambios y llenaba los oídos,
pero al final solo cumplía sus propios beneficios.
Su discurso, tan pomposo y engalanado,
era polvo en el aire, vacío y exagerado,
un cúmulo de palabras sin sustancia ni acción,
y todos caíamos en su trampa, sin compasión.
Pero un día, el pueblo despertó de su ensueño,
reconoció la farsa, el engaño y el empeño,
decidió cambiar las reglas del juego,
y al político farsante le dieron su merecido.
Con risas y carcajadas, celebraron su destitución,
el pueblo se liberó de su propia opresión,
entendieron que la sátira y la ironía,
pueden derribar a cualquiera en la vía.
Así que siempre recordemos, con alegría,
que la risa y el humor son nuestras vías,
para combatir las injusticias y la malicia,
y llenar de sonrisas esta vida tan graciosa.
El chiste del mundo moderno
En un mundo tan serio y aburrido,
Donde todo es siempre tan contenido,
Hagamos un alto y riamos un poquito,
Con la satira y la ironia de este escrito.
¿Has notado a los influencers en acción?
Viviendo una vida llena de perfección,
Pero detrás de las fotos en Instagram,
Seguro que la realidad no es tan glamurosa, ¿verdad?
Y qué me dices de la política actual,
Donde los discursos son siempre tan igual,
Promesas vacías y corrupción sin fin,
¡Cómo no reírte con ese triste festín!
Así que no te tomes la vida tan en serio,
Deja que la risa sea tu compañero,
Y disfruta de la satira y la ironia,
Porque en medio de la crisis, ¡eso alegra el día!
El poeta bromista
Recuerdo a un poeta muy bromista,
que en versos su humor reflejaba con vista.
Con ironía y sátira en cada línea,
su risa contagiosa siempre nos anima.
En un poema nos contaba,
sobre un perro que a la luna le ladraba.
Decía que era un can muy valiente,
que pensaba que la luna era un hueso brillante.
Mientras que en otro verso,
hablaba de un pato algo perverso.
Le gustaba jugar malas pasadas,
y siempre terminaba enredado entre las ramas.
Este poeta travieso y divertido,
nos enseñaba que la risa es un tesoro querido.
Y con sus versos llenos de humor,
nunca falta una sonrisa en nuestro corazón.
El poema del payaso
En un circo muy famoso,había un payaso gracioso,que siempre con risas y chistes,a todos llenaba de alegres motifs.Con su nariz roja brillante,y sus zapatos tan elegantes,hacía piruetas y malabares,que a todos hacía reír sin cesar.Pero un día el payaso se cansó,de tanta risa que provocó,decidió hacer una revolución,y ser el rey de la sarcasmo y la ironía, sin compasión.Ya no hacía caras sonrientes,ni contaba chistes inocentes,ahora solo lanzaba burlas sin fin,haciendo que todos se rieran de sí mismos, sin fin.Así el payaso se convirtió,en el rey de la sátira y la ironía,provocando risas a su alrededor,con su humor negro y su astucia cada día.Y aunque muchos se sintieron ofendidos,por las bromas del payaso atrevido,todos aprendieron a reír con ganas,y a no tomarse la vida tan en serio, de manera extraña.Porque en el circo de la vida,a veces la risa es la salida,para enfrentar los momentos difíciles,y recordar que todo es pasajero y nada es imposible.
El patético caso del poeta inconexo
Hubo una vez un poeta sin igual,
cuyas palabras solían desvariar,
una rima tras otra sin ton ni son,
y encima con pretensiones de Don Juan.
Decía él: «Soy el tata de la poesía,
ninguna mujer se resiste a mis artimañas».
Pero a su musa no encontró todavía,
sólo palabras de palomas y arañas.
Sus versos pretendían cautivar
en sus labios, a todo ser viviente.
Mas al lector sólo lograban provocar
risa y burla, entre la gente.
Y es que, pensaba el poeta absurdo,
rimar una palabra con otra al azar,
sería pase de entrada a fiestas y coqueteos,
pero la verdad es que no lograba impresionar.
Escribía: «Las palomas llueven del cielo,
y las arañas suben, ¡qué horror!
Mas mi corazón es pálmaceo,
y ahora pregunto, ¿traerá esto amor?»
Salir de este lío no era opción,
el poeta estaba atrapado en su rima.
Iban y venían las palabras a granel,
y el resultado era una espiral que anima.
Nadie entendió su peculiar arte,
parecía una enciclopedia desordenada.
Pero este poeta sin rumbo ni norte,
supo reírse de sí mismo y de su desdicha.
La rima moderna del viejo ardilla
¡Oh nuevo mundo!, pero ¿qué ha pasado?
La vida máquina mi mente aterra,
Miénteme Siri, ¿qué hago en esta era?
Ni yo, viejo ardilla, lo he imaginado.
Un rey sin corona, un caballero urbano
que anda en el metro, y pide monedas sueltas,
¡Unas penas! Vengo en Uber sin penas,
Un caballo con ruedas, yo llamado.
En mi tierras de ayer las damas rogaban
Por sus vidas, mientras que hoy, a otro lado,
Son dueñas y señoras de su suerte.
Estoy tan perdido en Facetwit, Instatik
Aprendiendo qué es un reto en TikTok,
Aprended, espero retenerme en la muerte.
La burla de los poetas
En el gremio de los poetas, mediocres y sonantes,
discutían sobre versos, rima, métrica y cantares;
convocaron un congreso, con tapabocas gigantes,
de imitar a los grandes, siempre fue su estandarte.
Don Promedio aquel día, menospreció a Neruda,
«Lo que dice es absurdo y de forma muy escueta,
mi poesía tiene rienda, no anda sola y desnuda,
ni hace apología al ruido, como las odas de aquel poeta».
Doña Arrogancia disparó contra Gustavo Adolfo Bécquer,
«Dime, ¿qué es poesía? ¿Tú eresconde es la hiedra?,
las rimas de este señor, no son más que pueriles,
si quieren degustar arte, lean mis versos, no me huyan».
La señora Pretenciosa se reclinó entre sus versos,
de esos que hacían guiños, a la métrica y al lector,
burlona se marchitó, en aplausos que no eran de ella,
pero autoconvencida, de que era la mejor.
El joven Egotista también gritó a los cuatro vientos,
«¡Yo he derrocado a Borges, y a la Munro, sin seguridad!
mas en mis hojas volailes, siempre ronda mi ego,
les aseguro, queridos míos, mi literatura es de calidad»
Aquella junta de autores, cegados por espejismo,
ignoraron al maestro, al que vino a enseñar,
mas el humor les recuerda, que en el arte de las letras,
la sátira y la ironía, siempre los harán sudar.
No hay sitio aquí en la cumbre para el ego y la estulticia,
que al final del día, las letras humildes vencerán,
seamos el eco de aquel grito, de poetas vagabundos,
que entre risas y sarcamos, siempre burla supieron sembrar.
El banquete de la tontería
En el festín de la estupidez se hallaban,
personajes de renombre, artistas sin lienzo,
en una mesa redonda de chistes malos,
donde se servía un vino añejo llamado Burocracia.
El hombre de la historia, encorvado y canoso,
con cuentos de gloria y fama en el bolsillo,
susurraba al oído cosas sin sentido,
mientras echaba besos al viento para aplausos invisibles.
Por allí, doña Política, una dama pedigüeña,
disfrazada de madre, pero más bien queridón,
ascendía en la escalera de la absurda lisonja,
con cuchicheos y risas a costa del patrimonio ajeno.
Un joven descuidista, el poeta sin norte,
encadenaba palabras, todas vacías,
acompañadas con lágrimas de cocodrilo,
reclamando una pluma de laureles robados.
Y la hermosa niña mimada, de mil selfies y poses,
esculpida en atuendos sin capacidad de pensar,
coleccionaba alabanzas vacías y corazones rotos,
leyendo la triste vida de un mundo en la pantalla.
El rey de la tontería construyó un altar,
donde todos los héroes de la necedad rendían pleitesía,
con bailes sin ritmo y comedias sin gracia,
¿y qué decir de aquellos que trataban de mantener la cadencia?
En la despensa de la mediocridad reinaba la diversión,
disimulada en un manto de sarcasmo,
tanires y risas se unían a la gran fiesta,
Pero ¿dónde estaban aquellos con sabiduría profunda?
Apagaron sus luces y buscaron refugio,
se escondieron del ruido que asfixiantemente desgastaba,
y fuera del banquete escribieron su destino,
un guión lleno de chistes finos y verdades ocultas.
En un rincón apartado, iluminado por la luna,
escribían la historia de las almas sensatas,
con una risa de aceptación y espíritu renovado,
se regocijaban de haber abandonado el festín de la estupidez.
El juicio del canario y la cucaracha
En una verde rama de olivo,
estaba un canario cantando,
entonaba con torpe desdicha,
mas creía que estaba triunfando.
Cantar, cantar la vida entera,
presumido y algo engreído,
ya se creía Pavarotti,
el amigo emplumado en su nido.
Una noche, una cucaracha,
de visita a su morada,
resbaló y cayó a sus patas,
en un acto sin esperanza.
«¡Ah, que asco de alimaña!
que vienes a perturbar mi paz»,
le gritó el canario airado,
creyéndose el rey celestial.
«Señor canario bondadoso»,
suplicó la cucaracha,
«dele una oportunidad,
a mi recital, a mi balada».
El canario, incrédulo, rió,
y aceptó aquella travesura,
por lo dulce y picarón,
que su súplica las dudas apura.
Entonces la bicha empezó,
a cantar a pleno pulmón,
con notas imposibles,
cual si fuera un ronco dragón.
De pronto, de entre el terror,
risas se fueron oyendo,
y al pie de la verde rama,
todos bailaban moviendo.
Bailaron junto al canario,
el gato y el perro,
el pato, el gallo y sus gallinas
y un pitbull que es de otro cuento.
Solo el emplumado no alcanzó,
a comprender la batalla,
de que en esta vida, todos,
necesitamos una dosis de payasada.
Así, aprendió el amarillo,
que no vale despreciar,
a quien baila a la vida,
duele mareado en el mar.
Ahora canta y no farda,
tampoco se desespera,
por la fama ni el reconocimiento,
basta divertir a la rueda.