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En cada rincón de mi ser
Dentro del alma llevo escondida
Una chispa de luz encendida,
Una fuerza infinita y callada,
Que se alza en la penumbra sentida.
Mis ojos encierran historias,
Mis manos dibujan memorias,
Y dentro del corazón arde
Una fuerza eterna, implacable.
Cuando me encuentro en silencio,
El viento me susurra al oído,
Y me cuenta las penas del mundo,
De los olvidados, de los perdidos.
Los ecos de las risas pasadas
Resonando hoy en mi cabeza,
Mientras busco en cada esquina
Razones para seguir la guerra.
Un camino largo y serpenteante
En mi caminar esquivo escoger el destino,
Tan incierto me resulta el preguntar,
Si cada paso hacia adelante, incierto
Es un maullido doloroso en mi pesar.
Cierro los ojos y imagino un mundo
Donde las flores jamás dejan de bailar,
Y en sus pétalos encuentro retazos,
De almas puras, de vidas sin final.
Dejo un rastro de paz en mi andar,
Una melodía tejida en la tristeza,
Y veo a lo lejos, en el horizonte
Un sueño inalcanzable, una promesa.
Oculto bajo la luna soñadora
Mis temores, mis dudas pretéritas,
Y me entrego a la fuerza del viento,
Al susurro de las estrellas, decidida.
Cuando la aurora tiñe de luz la espera,
En cada rincón de mi ser renace,
Un amour, un angel salvado del olvido,
De brazos abiertos a la vida y la gracia.
Entre Sueños y Recuerdos
En el jardín de los sueños, donde nacen ilusiones,
donde florecen promesas y germinan las pasiones,
sumergido en mis pensares, me sumo en reflexiones
y entre las flores del alma, comparto mis canciones.
Noches bañadas de estrellas, que alumbran recorridos,
anhelos convertidos en horas y tiempo invertido.
Entre susurros y sombras, un corazón dividido,
espíritu aventurero, siempre en busca de olvido.
La nostalgia me persigue sin el más mínimo respiro,
me roba versos de amor y me embarga en un suspiro.
Entre sueños y recuerdos, en mi mente laberintos,
reflexiono en soledad, si merezco tal destino.
Hay momentos en que lloro, otros en que logro sonreír,
porque de repente entiendo que nunca dejé de vivir.
Recordando los abrazos, y los besos que al partir,
me regalaban calor, el que aún me hace sentir.
Comparto, oh amigos míos, estas letras de mi esencia,
que nacen desde lo hondo de mi ser y mi conciencia.
Que en cada rima reflejan mi amor y mi experiencia,
en la dura travesía por la vida y la existencia.
Que al leerlas sientan ustedes la fuerza de mi pasar,
y que mis versos les sirvan para su fuego avivar.
Que cada letra sea brisa, que les lleve a caminar,
entre sueños y recuerdos, donde habita la verdad.
El eco de tu voz
En la penumbra despierto, anhelando tu presencia,
para compartir este tiempo, de silencio y neblina,
donde las estrellas titilan, como un alma en desesperanza,
y la luna escribe versos, de amor y melancolía.
Mis pensamientos se pierden, en el laberinto del alma,
buscando los recuerdos, del ayer directo y terreno,
dulces momentos vividos, grabados en la memoria,
que hoy susurran en el viento, el eco de tu voz calma.
Esa voz que me envuelve, como un abrazo invisible,
que me arrulla en las noches, cuando la soledad asecha,
y se convierte en un faro, capaz de torcer la sombra,
guiándome en la oscuridad, de un mundo sin esperanza.
Siento el latido del tiempo, que en silencio se consume,
borrando las cicatrices, que dejó tu partida eterna,
y en cada trazo de luz, se plasma el horizonte,
rescatando del olvido, la esencia misma de nuestras puertas.
Es en cada verso escrito, en cada nota marcada,
donde encuentro refugio, y el consuelo que me abriga,
pues aunque no estés aquí, sigo sintiendo el susurro,
de tu voz en mi oído, eterno eco, eterna vida.
Oda a la noche serena
De la noche serena, amantes de luna,
nos encontramos bajo sus copos de plata,
uniendo nuestras almas, despertando fortuna
que nos regalará memorias de escarlata.
Los sueños suspendidos en su tenue cimiente,
son silentes testigos de nuestra copiosa ilusión,
y al llegar cada estrella, en un parpitar ferviente,
sabremos que el amor murmura nuestra canción.
Miradas encontradas, pasión desbordada,
dos ríos de deseos que se funden en mar,
y en la costa horadada por tempestad amainada,
encontramos el puerto donde anclar.
La brisa nos mece, nos envuelve y nos roba
las ansias, los miedos y las penas pasadas,
pues solo en su abrazo, en su arrullo de sierpes,
hallamos la calma, la razón y nuestra morada.
Oh, noche serena, tierna y embaucadora,
que nos has concedido un vislumbre del edén,
ninguna otra hora, ni mañana ni aurora,
será capaz de opacar tu plácido vaivén.
Por siempre en nuestra piel se grabará su nombre,
aquel susurro etéreo, aquel abrazo añil,
y al alba, acariciando tu fundido horizonte,
prendido quedará nuestro amor, libre y sin fin.
El paso fugaz del tiempo
En el sendero de la vida ando sigiloso,
la mirada al horizonte y el pensamiento errante,
rastreando las huellas de mis pasos previos,
la brújula interna como el norte señalante.
Una ráfaga de sueños me acaricia la piel,
como un soplo de la brisa en días de verano,
despierto de la ilusión, palpando mi ser,
y encuentro en la realidad el gozo y desengano.
El tiempo, enemigo invisible de mi existir,
carraspeó en el rincón de mi alma doliente,
nisiquiera lo escuché, surtió su antojo allí,
y llenó de arrugas la frente del inocente.
Escucho el tic-tac de los segundos susurrantes,
resuenan en mis oídos como gotas que caen,
transformándose en días, en meses, en instantes,
siento que el reloj juega un juego que atrae.
Heme aquí, en este atardecer sombrío y sereno,
buscando el abrazo del tiempo en un ocaso,
sin derrotas ni victorias, sin héroes ni veneno,
busco refugio en mi pasado y un nuevo paso.
Que la sabiduría del tiempo me guíe y sostenga,
que las manos del destino me conduzcan con calma,
que la serenidad dentro de mí se propague,
y seamos eternas hojas en una historia desplegada.