5 Poemas Barrocos sobre la Muerte

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El susurro del Silencio

En la penumbra de la noche fría y oscura,

la muerte se aproxima sin prisa alguna.

En su manto negro y enigmático,

se alza como soberana de la vida fatua.

Los suspiros flotan en el aire gélido,

mientras el tiempo se desvanece sin piedad.

Las almas agonizan en un triste lamento,

tan solo en busca de la eterna claridad.

Las estrellas danzan en el firmamento,

mientras la muerte reclama su tributo.

Bajo la sombra de la noche imperturbable,

los corazones se despiden sin más disputa.

El latido de la vida se convierte en eco,

que se desvanece en un abrazo sin fuerza.

Cada suspiro agonizante se desvanece,

en el recuerdo impreso en la tristeza.

En el palacio de la desolación y el llanto,

la muerte reina sin compasión ni clemencia.

Mientras que aquellos que aún quedan,

sufren en la ausencia y en la ausencia se vencen.

La muerte, un velo oscuro que cubre al mundo,

pintando de gris cada rincón de nuestro ser.

Pero aún en el abismo de la desesperanza,

la esperanza renace y nos hace renacer.

El infinito se descubre tras ese susurro,

que el silencio nos ofrece en su último aliento.

Y así, en la muerte, encontramos la promesa,

de continuar viviendo con amor y fundamento.

Soledad eterna

En sombras de luto y mortaja,se arrastra la muerte implacable,con su manto negro y sombrío,merodeando vidas invaluables.

El eco de su siniestra risa,invade el aire silencioso,y en cada esquina susurra,el destino tan doloroso.

Las campanas doblan su tañido,anunciando el último adiós,mientras el alma se desvanece,y el cuerpo yace en el ataúd.

Entre rosas marchitas y velos,se desliza el paso fugaz,mientras lágrimas caen en ríos,y el corazón queda en paz.

El sudario de negro encaje,cubre la fría realidad,y en los ojos de los dolientes,se refleja su oscuridad.

La muerte, cruel y despiadada,nos arrebata sin piedad,dejándonos con el vacío,y una soledad sin par.

En el fresco arrullo del viento,versos tristes se elevan al cielo,recordando a aquellos que partieron,y ahora reposan en desvelo.

La muerte, un tema barroco,que con suspiros se entrelaza,dejándonos con el tormento,de su cerradura y su llave.

El suspiro eterno

En la sombra silente, tras el telón oscuro,la muerte camina, implacable y madura.Es su danza funesta, dulce y letal figura,añoranza y destino, en susurro impuro.

La vida efímera, sus débiles pasos,se cruzan con ella en un abrazo sombrío.Cada latido, un paso más hacia el vacío,cada suspiro, un lamento en los ocasos.

La muerte, señora de los destinos rotos,teje su manto de tinieblas y secretos.Sin clemencia arranca el alma de su lecho,dejando tristeza y recuerdos con sus brotes.

Pero en su abrazo helado, entre sombras severas,se encuentra la paz, el descanso eterno.Tras la agonía, se libera del eterno invierno,renaciendo en el eco de otras esferas.

Ahora, en la eternidad, en el jardín de quietudes,reposan las almas, sin sufrimiento o penas.Bajo la luz de lunas y estrellas ajenas,encuentran la paz en sus nuevas latitudes.

Así, la muerte, con su severo abrazo,cierra las páginas de la vida con dulzura.Libertad en el vuelo, sin ataduras,un suspiro eterno, sin prisa y sin ocaso.

Requiem in Eternum

Oh, cruel destino que la vida ha marchitado,bajo tu manto oscuro y sombrío he encontrado.La muerte, cual dama implacable y severa,se adentra en mi pecho y hiere sin manera.

Las rosas marchitan al paso del tiempo,así también lo hace nuestro aliento.Elevándose entre sombras y lamentos,la dama eterna nos arrebata al viento.

En el umbral del abismo nos espera,con su guadaña fría y certera.Silente se desliza cual juez sin piedad,y se lleva al viajero en su último compás.

Oh, suspiro final en el eco del viento,misterio infinito que sigue sin remedio.El corazón desfallece y se apaga,mi alma se confunde con la niebla que traga.

No temo al oscuro abrazo de la muerte,sino al olvido que trae consigo su suerte.En el manto de la noche mi nombre se perderá,y solo el viento, mi último suspiro, llevará.

Requiem in eternum, canto triste y solemne,los versos fluyen como ríos entre la noche eterna.Un adiós a la vida, un adiós al amado sol,en el abismo de la muerte mi ser se disolverá en crisol.

Susurros de la eternidad

En el abrazo oscuro de la noche,

donde el silencio calla y el viento aúlla,

vive la Muerte, noble y serena,

susurrando de la vida su tristeza.

Bajo el manto de estrellas relucientes,

se tiñe el horizonte de sombras difuntas,

y el eco de almas que amaron y partieron,

se desvanece en el aire, al infinito.

La Muerte, dulce y tierna en su rostro pálido,

lleva consigo la verdad y la calma,

y en cada suspiro que angustia el pecho,

la eternidad cobra vida, sin prisa.

¿Qué aguarda en el umbral de aquel abismo?

¿Un adiós definitivo o un nuevo comienzo?

El alma errante se sumerge sin mirada,

siguiendo la melodía triste de la Muerte.

Pero en ese adiós, hay un susurro,

un hilo de esperanza que se entrelaza,

donde la fragilidad se funde con fortaleza,

y la oscuridad se viste de luz eterna.

Entonces, temed la Muerte no, queridos,

pues en su abrazo encuentro infinito,

y en susurros que trae desde el más allá,

la eternidad nos guía, sin desvanecerse jamás.

La Muerte y su danza sin fin

En los oscuros confines de la noche,
donde el silencio se adueña del aire,
la Muerte danza con elegancia y gozo,
su manto negro envuelto en misterio y aire.

Sus pasos armoniosos entrelazados,
cruzan el umbral entre la vida y el sueño,
susurra canciones de dolor y añoranza,
mientras su guadaña siega los destinos.

En su danza implacable y despiadada,
se lleva consigo las almas perdidas,
dejando un rastro de dolor y ausencia,
aquellos que en vida fueran conocidas.

En su exquisita vestimenta de luto,
la Muerte encanta con su aura sombría,
sus ojos vacíos reflejan el abismo,
y su sonrisa hielo en el alma fría.

La vida efímera se desvanece,
ante el poderío mortal que ella encierra,
y en la oscuridad de su abrazo eterno,
las almas encuentran paz tras la guerra.

Así es la danza eterna de la Muerte,
incansable en su labor de cosecha,
pero tras su velo de tristeza y desamparo,
se oculta un destino que al alma endecha.

Requiem Eterno

En el silencio de la noche, la muerte se alza majestuosa

Susurra a los corazones, su voz tenebrosa y melindrosa

De sombras vestida, con pasión fulgente en sus ojos

Recorre los rincones, sembrando el dolor y los despojos.

Atrapa con sus garras a aquellos que han perdido el aliento

Los lleva hacia donde los sueños se encuentran con el viento

En su abrazo sombrío, encuentran paz algunos corazones

En su danza macabra, se rompen las cadenas y los bastiones.

En la eterna madrugada, cuando el sol se oculta en sombras

La muerte se levanta y en su paso enigmático, obra

El resplandor de las estrellas contrasta con su esencia

Mientras se lleva consigo la vida y su esencia.

La muerte es rocío en la frágil y efímera existencia

Es el triste destino que trae consigo la esencia

De los que partieron, pero su memoria vive eterna

En el corazón de aquellos que su partida no se reserva.

Así, en el baile del tiempo, la muerte surca el horizonte

Mientras el destino entrelaza su engranaje en un sendero monte

La belleza se pierde y se encuentra en susurros etéreos

Mientras la muerte nos envuelve en sus terribles misterios.

La Muerte en la noche sombría

En la noche sombría y callada,donde el silencio yace en cada rincón,se alza la Muerte, majestuosa y amada,con su guadaña en mano, ausente de razón.

Sus pasos son sigilosos y certeros,sus ojos brillan con fulgor misterioso,la Muerte, ese ser de aspecto severo,es dueña de este mundo, invisible y temeroso.

Su manto negro cubre la vida y la muerte,en él se ocultan secretos sin fin,la tristeza y el dolor, como una suerte,acompañan a aquellos que de este reino no huyen sin fin.

Los campos de lirios lloran su paso,las lágrimas caen cuando ella aparece,los sueños se desvanecen, sin amparo,y en cada corazón, la tristeza florece.

La Muerte no es una enemiga cruel,es la guardiana del viaje final,la guía silente hacia ese umbral,donde la vida se desvanece, sin rastro de un laurel.

En el abrazo frío de su presencia,la Muerte nos enseña la fragilidad,nos recuerda la fugacidad de la existencia,y nos invita a vivir con intensidad.

Así que no temas su llegada,pues es parte inevitable de nuestro destino,acepta su mano, en ella descubrirás la amada,y en la eternidad encontrarás tu camino.